Perfumada en diamantes.

Ayer fue uno de esos días en los que no te hace falta mirarte al espejo para saber que ese no es tu día. Uno de esos días en los que quieres desconectar del mundo y no hablar con nadie; mente en blanco. Pero no pasó como yo quería, ya que a todo el mundo le dio por hablarme aquel día, que oportunos. Intentaba estar en mi mundo, y medio lo conseguía, pero entonces llegabas tú, y era ahí cuando entendía el por qué de ese día, él. Porque me cansé de hacerme daño tontamente, sabiendo que nunca pasará nada, que simplemente soy una niña soñadora estúpida que se ilusiona cuando me sonries o cuando bromeas conmigo. No más. No volveré a sufrir. No por tí. Aprendí la lección. Se caer y volver a levantarme, pero no volveré en caer en el mismo pedrusco, porque esa caida duele muchísimo, por lo menos esa.