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Soy aficcionada a perfumarme en diamentes mientras un disco de vinilo es tocado a lo lejos.

domingo

Los rayos de sol me dan directamente en los ojos por los que rapidamente los abro. Sábado por la mañana y sin nada que hacer. Me levanto medio dormida y me dirijo al salón. Nadie. Hoy será un día muy largo sin nadie en casa. Enciendo la televisión. MTV. Subo el volúmen al máximo y me pongo a bailar mientras me preparo en desayuno. Enciendo el ordenador y me conecto al tuenti. Marialu está conectada. Hablo con ella de cualquier cosa mientras una sonrisa se me pinta en la cara. Aburrimiento total; ya son la una de la tarde. Me dirijo a la cocina para buscar la pizza que mi madre me dejo por la noche. Busco y busco y resulta que mi madre me mintió. Lo único que hay es una base de pizza. Ya tengo otra cosa clara en mi vida: no puedo vivir sola. ¿Y ahora? hoy no tengo ganas de hacerme cualquier cosa por lo que tendré que salir a comprarme algo. Me pongo lo primero que encuentro y busco dinero. Nada. Seca. Busco en la canastilla del pan y hay un billete de veinte euros. Con eso hay que chuta. Salgo de casa con la música de mi móvil puesta, sonandome un remix improvisado. Con el viento en mi cara me llega el olor a tabaco. Busco la responsable de aquello y unos pasos delante mia hay un abuelo con una gran pipa en la boca cojiendo de la mano a su nieto de unos cinco años. Miles de recuerdos me invaden la mente y una sonrisa triste se apropia de mi cara. En aquel momento suena "Cry", de Rihanna. Mierda, maldita música. Paso la canción. No me quería deprimir más. Entonces, una pequeña pelota de varios colores se tropieza con mis pies y me agacho a cojerla. Segundos más tarde, noto como, levemente, me tiran de la camiseta y veo como el niño de antes me esta llamando. Lleva las mejillas coloradas con un gracioso peto azul. Es rubio con los ojos grandes de color azul. De su boca sale un "gracias" mal pronunciado cuando le doy la pelota y sale corriendo hacia su abuelo que esta en la misma posición en la que le vi antes. El niño salta a los brazos de su abuelo y este me esboza una gran sonrisa como dándome también las gracias y le hace cosquillas a su nieto, alejándose de mi. Y es ahora cuando no paro de pensar en la suerte que tiene ese niñito de mejillas coloradas por tener a aquel hombre de avanzada edad a su lado aún, y por un momento, me olvido de a dónde me dirijia y por qué.

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